lunes, 11 de septiembre de 2017

Como dicen en inglés, estamos quemando la vela por ambos extremos: energía barata y crédito barato - Burning the candle on both ends : cheap energy & cheap credit

“El confundir esta anormalidad histórica con el patrón de lo que es normal, es una peligrosa forma de miopía que nos impide ver que estamos llegando a un punto de no retorno…”

Autor: Hans van der Loo – Tercera parte de su artículo

Como dicen en inglés, estamos quemando la vela por ambos extremos: energía barata y crédito barato


[Aquí partimos la parte final de lo anterior]

“… Una mirada más atenta a lo que impulsa nuestra sociedad explica porqué de golpe dejamos fuera de nuestros escenarios la tierra y la productividad de la tierra. Este desplazamiento coincidió con el rápido crecimiento de la energía fósil. Como sugieren sus nombres, los combustibles fósiles -como el carbón, el petróleo y el gas natural- son el resultado de procesos geológicos que “cocinaron” fuentes de energía de alta densidad listas para ser quemadas, comprimiendo y calentado los residuos de 500 MILLONES DE AÑOS de crecimiento vegetal.

Puesto de otra manera: los combustibles fósiles son esencialmente poder solar prehistórico. Durante los pasados 200 años hemos quemado lo que a nuestro planeta le llevó 200-250 MILLONES DE AÑOS generar.

En promedio pues, consumimos 1 MILLÓN DE AÑOS de poder solar prehistórico por año calendario.

Esta reserva finita de energía prehistórica, y sólo eso, permitió la existencia de un sistema económico “aparentemente ilimitado” que generó el crecimiento que hemos experimentado. Y puesto que el consumo de energías fósiles sigue creciendo, ahora estamos consumiendo 4,5 millones de años de biomasa fósil almacenada por año calendario. En otras palabras, solamente durante 2016, el poder solar prehistórico que hemos consumido, corresponde a un período 22 VECES MAYOR al que nuestras especies han habitado la Tierra.”

“Desgraciadamente, nuestra energía y nuestra reserva de recursos naturales se están deteriorando rápidamente. Esto no se aplica exclusivamente a los combustibles fósiles, donde estamos recurriendo a fuentes desde donde cada vez es más difícil extraer recursos, tales como off-shore, aguas profundas, arenas que contienen petróleo y petróleo de esquistos (shale-oil). Medios más difíciles: se requiere más energía para producir la energía [actual]. El beneficio económico es declinante.

De manera similar, muchos de los elementos esenciales de las sociedades industriales están en una misma situación. Los grados del mineral de cobre, por ejemplo, pasaron del 2 % de principios del siglo XX a alrededor de 0,5 % en 2015; para obtener la misma cantidad de cobre -necesario para la electrificación- ahora se necesita excavar, mover, triturar y procesar cuatro veces más roca de lo que era necesario hace unos 100 años. No es difícil imaginar cómo van a deteriorarse los grados del mineral de cobre si queremos seguir haciendo que siga creciendo la economía mundial.

Contrariamente a la creencia generalizada, el tamaño de la economía y su uso de recursos han estado siempre atados la una al otro a lo largo de toda la historia de la humanidad, y no hay razón alguna que esto vaya a cambiar en las próximas décadas. Las consecuencias son muy directas: los esfuerzos para poner a disposición de la humanidad la misma cantidad de energía y los mismos recursos, está creciendo, y los beneficios económicos medidos como inversión y consumo están decreciendo. Esto puede sentirse hoy en todo el mundo.

Durante las dos últimas décadas hemos empezado a compensar la desaparición de “la energía barata del pasado” con “crédito barato del futuro”.

Con tasas de interés por debajo del nivel de inflación, no estamos pagando ya el precio real de extracción y de conversión de los recursos, dándole así a nuestro sistema económico una nueva extensión temporaria de vida. Pero con la extensión del crédito [barato] en retracción en muchos sitios, este cuente de “moneda fácil” está llegando rápidamente a su fin.

Una mirada atenta a la evidencia científica, indica que es mucho más probable que la economía global sea de un tamaño la mitad del actual hacia el año 2050, ya que nos estamos quedando sin recursos accesibles. Eso sería un golpe faltal contra la idea de un “Antropoceno” eterno y un verdadero shock para esos políticos que creen que deben tener crecimiento económico para mantenerse en el poder.

Pero si damos un paso atrás: ¿cómo puede esto sorprendernos puesto que vivimos en un planeta de dimensiones finitas? Lo infinito no puede existir en un ambiente finito.


Nuestra miope mirada retrospectiva nos impide ver el punto de no retorno

Mirar más allá de nuestra expectativa de vida, es algo distinto de nuestra experiencia personal. No obstante, los que estamos hoy vivos hemos experimentado [los beneficios de] una era que ha sido excepcional. El confundir esta anormalidad histórica con el patrón de lo que es normal, es una peligrosa forma de miopía que nos impide ver que estamos llegando a un punto de no retorno…”

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“... A closer look at what powered society explains why we suddenly dropped land and its productivity from that picture. The shift coincided with the rapid ascent of fossil energy. As their name suggests, fossil fuels - like coal, oil and natural gas - are the result of geological processes that “cooked” ready-to-burn high-density energy sources by compressing and heating the residuals of 500 million years of plant growth. Or, differently put: fossil fuel is essentially prehistoric solar power. During the past 200 years, we have burnt what our planet took 200-250 million years to produce. On average we consumed 1 million years of prehistoric solar power per calendar year! This finite stockpile of prehistoric energy, and only that, enabled a “seemingly limitless” economic system with the growth we experienced. Since fossil energy consumption is still increasing, we currently, we are burning 4.5 million years’ worth of stored fossil biomass per calendar year. In other words in 2016 alone, we consumed the prehistoric solar power of a period that is 22 times longer than the time our species has been on this planet.

Burning the candle on both ends : cheap energy & cheap credit
Unfortunately, our energy and natural resource reserves are deteriorating fast. This doesn’t only apply to fossil fuels, where we are resorting to increasingly difficult-to-extract sources like off shore, deep water, oilsands and shale oil. More difficult means : it takes more energy to produce the energy. The economic benefit is declining.
Equally, most other essentials of industrial societies share the same predicament. Copper ore grades, for example, went from 2% at the beginning of the 20th century to around 0.5% in 2015; to get to the same amount of copper - needed for electrification - we now need to excavate, move, crush and process four times as much rock as we used to around 100 years ago. It is not hard to imagine how bad ore grades we will be if we wanted to further grow the world economy. And contrary to common belief, the size of the economy and its resource use have been tied together at the hip for all of human history, and there is no reason to believe this will change significantly during the next decades. The consequences are straightforward: the efforts needed to make the same amount of energy and natural resources available to mankind are increasing, and the economic benefits measured as investment and consumption are decreasing. This can already be felt all over the world. During the past two decades, we have started to compensate for the disappearance of “cheap energy from the past” with “cheap credit from the future”. With interest rates below inflation, we no longer pay the real price of resource extraction and conversion, giving our economic system a temporary new lease of life. But with credit expansion slowing down in a growing number of places, that “easy money” story is ending quickly.
When looking at the scientific evidence, it is much more likely that the global economy will be half the size of today in the year 2050, as we are running out of affordable inputs. That would deal a serious blow to the idea of an ever-lasting “Anthropocene” and a shock to those political leaders who think they need economic growth, to stay in office. But when we take a thoughtful step back: how could this really surprise anyone, given that we live on a planet of finite dimensions? Infinity cannot exist in a finite environment.
Shortsighted back-view prevents us from seeing upcoming tipping point
Looking back beyond one's own lifetime, is different from personal experience. Yet people alive now, have experienced an era that has in many respects been exceptional. To mistake this historic abnormality, as reference for what is normal, is a dangerous form of shortsightedness that prevents us seeing that we are reaching a tipping point...”


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