Pero el nuevo presidente de los Estados Unidos viene de plantear esta paradoja.
"Recortar" el NAFTA con México y Canadá. Elevar el arancel a las exportaciones chinas. He aquí dilemas que se plantean, ante todo a aquellas grandes empresas de capitales estadounidenses que han ido armando cadenas logísticas basadas en países como México y China.
Aquí no pretendo sino empezar a meditar, con la mente lo más fría posible, lo que -al menos con lo que hemos aprendido de economía a partir de 1930- resulta una ecuación de la cual el mundo no conoce la respuesta. O, contrario sensu, sabe que si a un país le imponen barreras y restricciones a los bienes que exporta, la retaliación resulta inevitable.
Nadie puede decir hasta dónde podrá avanzar la nueva administración norteamericana, ni con qué obstáculos se va a topar, ni cuál será ese obstáculo que la obligue a replantear la ecuación o sufrir consecuencias no previstas.
Lo que sí está claro es que para países como los que integramos el Mercosur se presentan riesgos y oportunidades; oportunidades que podremos aprovechar en la medida que podamos anticipar algunas de las consecuencias más probables.
El fuerte de la Argentina sigue siendo la producción y exportación de materias primas de origen agropecuario, y en una menor medida, la exportación de algunas de dichas materias primas procesadas.
Como analistas nuestra función es, en primer lugar, obligarnos a estudiar este cambiante escenario. A pocos días de la asunción de Donald Trump se plantea un primer escenario. Pero se trata de un escenario que va a sufrir modificaciones durante todo 2017, a medidas que las reacciones de los otros grandes jugadores mundiales se hagan sentir.
Estemos atentos para anticipar -aunque sea un par de jugadas- de lo que está por venir.
Mauricio López Dardaine
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