jueves, 26 de octubre de 2017

Argentina: ¿atrasa un siglo nuestra Agenda?

Argentina: ¿atrasa un siglo nuestra Agenda?

Es un título provocativo. Ocurre que volvía la otra noche de una charla provocativa; una de Gustavo Beliz, director del INTAL, en la Facultad de Ciencias Económicas. Referida a la revolución 4.0, a la robótica, a las impresoras 3D, todo ello en el contexto de la integración de América Latina, para estudiantes mexicanos y argentinos y profesionales inquietos a causa de la creciente brecha; no la política, sino la creciente brecha tecnológica. Tema que el BID, el INTAL, y Gustavo Beliz en particular, vienen siguiendo muy de cerca en estos últimos tiempos.

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Volvía caminando y esperaba a que cambiara el semáforo de Ayacucho y Las Heras (a esta altura de la vida prefiero no ponerme a gambetear los 37, los 102, ni tampoco los 60, y menos a  motoqueros desesperados), y con las imágenes de la brecha tecnológica aún en mente, observo un carrito cargado -desafiando todas las leyes de la física- tirado por dos hombres -uno con el torso descubierto- intentando remontar la suave cuesta que ahí ofrece Las Heras. 

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Una imagen de principios del siglo XX en otra Buenas Aires. ¿No estamos acaso en la segunda década del siglo XXI? Lo estamos, en la ciudad más moderna de la Argentina, ciudad en la que estamos hablando de ómnibus eléctricos, no contaminantes, de última generación. En la que el BID ha decidido trasladar su sede argentina a la Villa 31. Un símbolo en procura de ir cerrando esa brecha entre carritos tirados por ciudadanos de Buenos Aires,  entre ómnibus modernos y 4x4 (¿ante nuestra mirada indiferente?) ¿mirada acostumbrada a convivir con un pie en el siglo XXI y otro casi en el siglo XIX?
Gustavo Beliz dice que América Latina es la región del mundo que ofrece las mayores desigualdades. La Argentina no es una excepción.

Me arriesgo a mirar desde esta óptica los resultados de las elecciones del domingo pasado, 22 de octubre. Quizás sin conocer plenamente la velocidad de esta cuarta revolución tecnológica, esta revolución del big data, de la internet de las cosas, de los miles de robots, y de los miles de técnicos que están “instruyendo” estos robots, de la re-globalización frente a la resistencia creciente a la globalización de los últimos años, más de un 40 por ciento de los votantes argentinos votó por el futuro, un futuro que no sabemos muy bien cómo será, pero que intuimos no podemos alcanzar con herramientas que se forjaron a partir de los últimos años de la Segunda Guerra Mundial. Y tomo un riesgo más; ensayo una hipótesis en base a este marco paralelo de la revolución 4.0.

¿Será explicable la derrota del movimiento creado por Juan Perón al terminar la Segunda Guerra, en 1945, al no haber logrado  transformarse para entrar en el siglo XXI, dejando así a aquellos de sus adherentes con ansias de futuro en el descampado? Cuando Mauricio Macri les dice a los argentinos que se animen a dar un salto hacia adelante, ello implica achicar la brecha; no la brecha política, sino la brecha tecnológica. Y aquí no quiero hacer política, quiero ayudar a que demos ese salto mental que implica entender que hay una agenda paralela (así la llama Beliz), una agenda 4.0 que, si nos resistimos y negamos los efectos de esta cuarta revolución tecnológica, nos hace correr el riesgo de quedarnos sin sueños y sin trabajo.

Y entonces la Educación, así con mayúscula, la Educación primero de los educadores y de los políticos, se torna en tarea crucial. 

Y no es tarea de dos meses, ni de dos años. Sin esta revolución del pensamiento, la velocidad de los avances en big data, internet de las cosas,  robótica, impresión 3D y todo lo que ello trae ya hoy aparejado, nos van a dejar muy atrás.

La tarea que tenemos por delante, este enorme cambio mental, 
hoy no nos espera.

Mauricio López Dardaine
25 de octubre de 2017


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