Mauricio López Dardaine
En pie, el algarrobo es fuente de alimento
María Pía Mom
Para La
Nación
La mayoría de los
países en vías de desarrollo, donde los cultivos no prosperan lo suficiente por
condiciones climáticas de aridez o por el progresivo deterioro de sus suelos,
enfrentan hoy con una grave situación de déficit alimentario. Cerca del 70% de la Argentina presenta
condiciones ambientales de aridez o de semiaridez, sin embargo, la frontera
agrícola sigue avanzando sobre bosques, pastizales y sabanas, comprometiendo la
biodiversidad, los servicios ambientales de estos ecosistemas y a los
pobladores que los habitan.
Pese a este
desplazamiento de la agricultura, posibilitado por los avances tecnológicos,
existen productores que ven la necesidad y la posibilidad de explorar otras
alternativas que, por falta de costumbre o de conocimiento, han quedado en el
olvido. Se trata del aprovechamiento sustentable de distintos productos
forestales no madereros (PFNM) provenientes de los bosques, es decir, distintos
de la leña y el carbón. Entre ellos podriamos destacar el uso del fruto del
algarrobo (Prosopis sp), algarroba,
para la elaboración de harina.
En muchas regiones
del norte argentino, varias comunidades originarias y pequeños productores han rescatado esta
costumbre con el apoyo de distintos organismos nacionales, como la Secretaría de Ambiente
y Desarrollo Sustentable a través de la
Ley de Bosques, autoridades provinciales y ONGs. Esta
actividad, además de mejorar las economías regionales y de promover el consumo
de un alimento natural con alto valor proteico, rico en vitaminas y minerales y
apto para celíacos, contribuye a reafirmar y a concientizar sobre el valor
agregado del árbol y sobre la importancia de mantenerlo en pie.
Constituye un
componente importante de la vegetación de zonas áridas y semiáridas, caracterizadas
por la escasez de agua, baja fertilidad de los suelos y, a menudo, alta salinidad. Como estrategias para detener
el avance de la desertificación, minimiza el escurrimiento del suelo y controla
su erosión; estabiliza médanos; fija nitrógeno debido a su capacidad para
generar simbiosis con bacterias fijadoras del mismo formando “islas de
fertilidad” bajo su canopia, debido al aporte de materia orgánica al suelo, que
mejora las propiedades físicas, químicas y microbiológicas del mismo.
Existen 48 especies
entre América, Asia y África. Argentina es el mayor centro de variación actual
del género, con 27 especies, de las cuales 13 son endémicas. El 60% del total
de especies del género tiene un área de distribución que abarca la mayoría del
territorio continental, excepto el sur de la Patagonia y la provincia
de Misiones.
Son especies
xerofíticas, soportan de 50 a
1400 mm
de precipitaciones al año. Crecen en suelos arenosos, arcillosos, salinos,
rocosos e inundables, desde el nivel del mar hasta los 3000 metros .
Desarrollan un profundo sistema radical que puede alcanzar hasta casi 60 metros de profundidad,
posibilitando el desarrollo de ejemplares en áreas con lluvias muy inferiores a
los requerimientos normales.
A nivel
socioeconómico, resulta un seguro contra el hambre, dado que a partir de sus
frutos molidos se obtiene harina de alto valor proteico, nutritiva, libre de
gluten y apta para elaborar distintos productos de panadería. Es una planta
melífera que promueve la creación de empleos y el flujo de dinero; aporta
combustible para uso doméstico; mejora las pasturas y los cultivos por el
aporte de nitrógeno y materia orgánica, y provee sombra.
En ganadería se ha
comprobado la importancia de la sombra, ya que con ella los animales aumentan
la producción de carne. Además, para la actividad pecuaria la algarroba resulta
un importante aporte forrajero, en especial en épocas de escasez de oferta
alimentaria. Se registran casos de productores que en invierno compensan la caída
(cantidad y calidad) de la provisión de pasturas nativas con el aporte proteico
de la algarroba.
Pero el algarrobo
posibilita, asimismo, otros usos para sus frutos. Por ejemplo, a partir del
tostado de los mismos se obtiene un sustituto del café; por fermentación, se
produce alcohol; gomas para la industria alimenticia; azúcares; endulzantes;
carbohidratos sin almidón, y resinas polifenólicas.
Entonces, frente a
la tala indiscriminada y al efecto negativo de los desmontes, resultaría
indispensable establecer sistemas de aprovechamiento sustentable, generando
valor agregado a las especies del bosque, evitando la pérdida de diversidad
biológica; la fragmentación de ambientes y de hábitat; la degradación del suelo
y, consecuentemente, contribuyendo a mejorar las economías regionales, de modo
de evitar las migraciones y rescatar
costumbres ancestrales.
La autora es doctora en Ciencias Biológicas
(FCEN-UBA)
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