Hemos cumplido ya un largo ciclo alertando sobre las distintas facetas del Cambio Climático. En estos días en que Buenos Aires goza de temperaturas sub-saharianas muchos amigos que son lectores de nuestro blog se me han acercado para indagar más a fondo sobre cuán responsables somos por las emisiones de gases de efecto invernadero. Aproveché para aclararles, dentro de lo poco que he ido aprendiendo a fuerza de intentar hacer algo para intentar que nuestro Planeta Tierra no estalle un día como el Kripton de Jor-El, que hay sin duda una parte natural (debida a la Naturaleza) a la que obece el efecto invernadero necesario para que exista vida en la Tierra. Lo que hemos estado haciendo los seres humanos, en especial desde el inicio de la Era Industrial, y seguimos haciendo en gran medida, es exacerbar ese efecto a causa del CO2 y los demás gases de efecto invernadero que emitimos, y que producen un calentamiento adicional, que lejos de servir para el desarrollo de la vida esta llevando a la extinción de innumerables especies, entre ellas parte de la humana con los miles de niños que mueren por el hambre. ¿Pero el hambre no es lo mismo que el calentamiento global? No, por cierto. Pero obedece al mismo grado de negligencia colectiva, y tiene además su interconexión por la aridez adicional que se va produciendo por el Cambio Climático en vastas zonas de la Tierra, inclusive en nuestra propia Argentina, tierra que solemos considerar como una fuente inagotable de alimento.
Quizás los dramas vividos en la capital argentina este nefasto diciembre -aparte del enorme desconcierto en que nos ha sumido esta larguísima ola de calor- contribuya a que pongamos las barbas en remojo y las neuronas a pensar seriamente en el futuro (el futuro en esto es hoy) de nuestros hermanos terráqueos y de las otras especies que aún pueden habitar el Planeta Tierra. Y respecto a qué estamos dispuestos a hacer para contribuir a que este futuro sea viable.
¡Me queda pues desearles a todos un Sostenible 2014!
Mauricio López Dardaine
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