Estimados amigos:
Les escribo en un verano en que las vacaciones son muy cortas, en que nuestro
Presidente está en Davos en medio de una movida rueda de reuniones, en que la
Argentina está cambiando a un ritmo que uno no hubiera imaginado antes del 10
de diciembre, hace un mes y pocos días, en que el crudo sigue cayendo por
debajo de los 30 dólares el barril, en que la nafta cuesta más, en dólares, en
la Argentina que en los Estados Unidos, en que para un consultor es evidente el
nuevo interés que concita nuestro país a pesar de sus no pocos problemas, en
días en que podemos ir nuevamente al banco y decir “quiero comprar unos
dólares” y no lo miran a uno con cara de que haya aterrizado de otro planeta. Y
en que nuestro frágil Planeta Tierra ha sufrido en 2015 el año más tórrido de
los últimos tiempos.
La economía china ha puesto el freno, el bloque de los BRICS, que parecía un
serio competidor de los países más desarrollados, muestra graves trastornos en
Rusia y en Brasil, nuestro socio natural. Es decir que hay que barajar y dar de
nuevo, y justamente, la sociedad argentina, sobre todo por motivos internos, ha
decidido barajar y dar de nuevo. Y el actual gobierno, pero no sólo él, sino
los más lúcidos líderes de la oposición también están justamente en eso: en
barajar y dar de nuevo. Valga para muestra un botón: la foto de Sergio Massa
junto al Presidente Mauricio Macri en Davos.
Los argentinos, que tenemos infinidad de defectos (pregunten sino a nuestros
vecinos), somos buenos para adaptarnos a los vientos de cambio, parte de los
cuales hemos generado, parte de los cuales los aporta el complejo panorama
mundial. Uno tiene la sensación, hablando con los conductores de taxi, o ayer
con quien cargó nuestro tanque de nafta en la estación de servicio, que viendo
mi nombre en la tarjeta, me dice: “¡Hay que ayudar a Mauricio!”, uno tiene la
sensación les decía, que nuestro país con sus recursos y sobre todo con su
gente -ustedes- con su poder de adaptación a causa de todo lo que hemos vivido,
está en un momento especial; un momento en que no importa el calor, las
vacaciones más cortas. El ojo de nuestra política exterior en la región está
ahora mirando seriamente hacia el Pacífico, sin olvidar el Atlántico ni el
Mercosur. No es un giro copernicano pero es una apertura mental muy grande.
China y la India, a pesar de sus tropiezos seguirán siendo mercados con
los que la Argentina puede intercambiar más de lo que hoy intercambia. Y en el
Pacífico están también Chile, Perú y Colombia, y Nueva Zelanda y Australia, y
Japón, Singapur y Malasia.
Está claro que nuestro comercio exterior post-cepo no se va a convertir de la
noche a la mañana en algo tan diferente. Faltan nuevas rutas carreteras,
fluviales y ferroviarias, una aduana con menos quioscos y una parte de la
industria que ha venido gambeteando la eficiencia en muchos de sus protegidos
sectores que deberá “ponerse las pilas” como dicen los chicos, entrar de
una vez por todas en el siglo XXI. Pero hay una voluntad y una dirección
colectiva muy manifiesta.
¡Parece, amigos míos, el momento de poner manos a la obra!
Un muy cordial saludo,
Mauricio López Dardaine
Estudio López Dardaine
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