jueves, 4 de abril de 2013

Cambio Climático - un paralelo inquietante

Cambio Climático – Un paralelo inquietante

Por Mauricio López Dardaine

P
rofundamente conmovidos como estamos por la catástrofe ambiental sufrida por nuestras ciudades de La Plata y Buenos Aires, no es fácil abordar una cuestión que ha sido desde su inicio el Leirmotif de nuestro blog: el Cambio Climático y la responsabilidad que nos cabe como ciudadanos, como gobernantes y como empresarios. Pero el dolor que sentimos ante esta doble tragedia no puede ni debe silenciar nuestra obligación de seguir intentando penetrar la conciencia de quienes aún insisten en permanecer en el bando de los clima-escépticos. Algunos de ellos son muy apreciados amigos y colegas, lectores de estas líneas.

En los días de Semana Santa que precedieron esta catástrofe ambiental, estuve leyendo por Internet un libro escrito en 1999 por Joseph Romm: Cool Companies. Donde “cool” significa para el autor aquellas empresas grandes, medianas y pequeñas que ya hacia 1999, en los Estados Unidos y en el mundo, estaban trabajando rentablemente para reducir sustancialmente sus emisiones de gases de efecto invernadero, con una clara conciencia -ya entonces- respecto de nuestra responsabilidad como habitantes del Planeta Tierra respecto del Calentamiento Global. Y ya entonces estas empresas -especialmente a través de la eficiencia energética y la des-carbonización de sus procesos- lograban reducir  sus emisiones de CO2 entre el 25 y el 50 por ciento.

Debo decir que lo que más fuertemente me impactó de lo leído fue el comentario de uno de los responsables del planeamiento estratégico de Royal Dutch Shell, Pierre Wack, a quien el autor cita en varias oportunidades al analizar en detalle el caso de la Shell de los años noventa.

Decía Pierre Wack: “La parte difícil es lograr que los directivos re-piensen sus modelos mentales [respecto de la necesidad y ventajas de reducir las emisiones de CO2]”. Y continuaba diciendo que no era suficiente poner sobre la mesa nueva información, porque “la nueva información [sobre Cambio Climático y las emisiones causadas por el hombre y sus empresas] que está fuera del espacio de las expectativas gerenciales, puede no penetrar hasta el núcleo de la mente donde estos directivos elaboran sus decisiones.”

Y allí trae Pierre Wack el inquietante paralelo con lo acontecido en 1941 respecto del ataque japonés a Pearl Harbor, inquietante paralelo que usé como título. En los días previos al ataque había información masiva de inteligencia respecto de las intenciones del Japón en el Pacífico. Pero los altos mandos, tanto en Washington como en Peral Harbor, a pesar de las múltiples señales de alerta previa estaban procesando esas señales con un esquema mental obsoleto, el de una nación donde campeaba el aislacionismo, una nación que no quería saber nada de tener que enfrentarse a una guerra.

En nuestro sufrido país hemos ignorado de manera colectiva demasiado tiempo la información sobre el Cambio Climático. No hay duda que ciudades del tamaño de Buenos Aires están totalmente desprotegidas ante las consecuencias del Calentamiento Global. Es un drama para las mega-ciudades, no sólo para Buenos Aires. Me ha tocado por mi trabajo viajar muchas veces a San Pablo. He vivido en varias oportunidades la durísima experiencia de tener que atravesar San Pablo en taxi por calles donde los autos flotaban, y el hecho de haber sobrevivido a dichas experiencias se debe sólo a la pericia de los motoristas (taxistas) al volante de los taxis que tuve la suerte de tomar en dichas ocasiones. La masa de cemento que impide el escurrimiento de las aguas ante lluvias cada vez más intensas y concentradas en el tiempo, me decían mis amigos paulistanos, es una de las razones para que esas escenas de autos apilados en la vereda donde unas horas antes yo mismo había estado tomando un cafezinho, se repitan cada vez con mayor frecuencia. Los arquitectos urbanistas vienen señalando esta insensata manera de “urbanizar” desde hace ya bastante tiempo.

Hasta hace unos años, frente al Calentamiento Global, las ciudades podían haber pensado solamente en Mitigar, es decir en reducir fuertemente las emisiones de gases de efecto invernadero de origen humano que fueron creando las condiciones ambientales que hoy se han tornado inmanejables. Por ejemplo, las emisiones generadas por el uso altamente ineficiente de la energía para alumbrar, calefacionar y movernos en distintos medios de transporte por nuestras urbes.

Hoy, al no haber logrado a tiempo un acuerdo mundial sobre el Cambio Climático, Mitigar no alcanza, como lo estamos comprobando con una dureza inusitada. Se trata pues de Mitigar y a la vez de Adecuar.

Adecuar significa hacer las obras necesarias para que nuestras urbanizaciones no sufran un colapso cada vez que llueva más de 100 milímetros en un corto lapso. Educar a nuestros funcionarios, ciudadanos y recolectores urbanos para que no haya en calles y aceras residuos que tapen las alcantarillas cuando llueva (sin duda difícil cambiar nuestros moldes mentales de porteños, pero menos oneroso que entubar arroyos), educarnos nosotros todos para que las alertas meteorológicas desencadenen respuestas preventivas que eviten más muertes.

Hoy, ciudadanos, funcionarios de gobierno, empresarios, seguimos procesando la información que existe (que es abundante y muy sólida) con un esquema mental obsoleto. Antes de tirar un solo papel en la vereda o en la calle que luego pueda obstruir una alcantarilla… por favor, re-pensemos nuestra actitud. Exijamos sí como ciudadanos a nuestros gobernantes, pero empezando por actuar como ciudadanos.

El mundo de antes del Calentamiento Global es historia. Es imposible a partir de ayer mirar para otro lado. El mundo de los clima-escépticos es cosa del pasado. ¡Tomemos clara conciencia ciudadanos del frágil Planeta Tierra!

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