jueves, 17 de marzo de 2016

¡OH BRASIL!


¡OH BRASIL!

No es sin dolor que seguimos lo que ocurre en nuestro querido país hermano. Los argentinos tenemos aún fresco en la memoria lo que ocurrió hace apenas quince años en nuestra patria al grito de "¡Que se vayan todos!". Imposible permanecer impasibles ante lo que vive el Brasil de hoy.

Cuando la Argentina sufre aún los efectos de lo que comenzó durante esa crisis de 2001/2002 reflejados en los debates de estos días en nuestro Congreso Nacional -y bienvenidos los debates- es imposible no sentir una honda preocupación y un profundo dolor ante la crisis del que fuera el motor del Mercosur. Y ver que el batallador ex presidente que cambió la vida de millones de brasileños exhiba hoy, in extremis, una imagen demasiado humana, demasiado parecida a la de colegas suyos de nuestra región.Que tantos de sus ardientes seguidores se sientan hoy defraudados, como nos sentimos los argentinos a fines de 2001.

Hay sin duda un cambio doloroso, pero saludable, evidente muestra de una sociedad que hoy penaliza la corrupción, esos dineros que en lugar de ir a la salud, la educación, la seguridad, van a parar a cuentas en bancos de paraísos fiscales. Algo que era tomado como un modo natural de hacer las cosas, el domingo en Brasil, anoche en Brasil, hizo que la gente de a pie llenara las calles, como hace quince años ocurrió en la Argentina.

Nos duele que quienes tanto hicieron por los que menos tenían resulten tan humanos. Nos hubiese gustado recordarlos sólo por todo lo bien que hicieron.

Hay sin duda una dimensión geo-política imposible de ignorar y cuyo rumbo uno se siente incapaz de predecir. Pero esta crisis del gigante de Sud América dejará una huella por un tiempo que no ha de ser corto; el mapa regional habrá que dibujarlo de nuevo.

No dudamos que la energía de este Brasil que hoy se vuelca a las calles, furioso, decepcionado, habrá de canalizarse de aquí a un tiempo en la reconstrucción de un Brasil post-crisis, con esa fe renovada, con esa industriosidad, con esa creatividad que sabemos está apenas oculta bajo este saludable manto de indignación.

Para la Argentina, lo que ocurra en el Brasil es tremendamente importante. Por eso hoy es imposible permanecer indiferentes.

Mauricio López Dardaine

Debo decir que me ha alentado muchísimo recibir en los días a partir del que escribí de manera espontánea estas líneas de arriba, comentarios de apoyo a lo que refleja su texto, también desde el Brasil. Tanto por mail como personalmente, de los asiduos lectores de este blog, como de algunos a quienes les envié un comentario mío por primera vez. Lo importante es que como argentinos este tema realmente nos importe y nos ocupe. ¡Gracias!

Mauricio López Dardaine

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