martes, 12 de junio de 2018

La Cumbre Impensada


La Cumbre Impensada



Un apretón de manos para la historia


La imagen que en estas horas recorre el mundo no hace más que enfatizar lo casi imposible que se ha tornado la tarea de quienes están encargados por gobiernos, empresas o instituciones no gubernamentales, de crear escenarios de posible ocurrencia.

Desde el fin de la segunda guerra mundial en 1945 y hasta el primer aumento del precio del petróleo, allá por los 70s, los países con alto grado de desarrollo hacían planes cuyas proyecciones solían, luego de realizar ciertos ajustes, resultar muy cercanas a la realidad. Las empresas industriales podían estimar sus necesidades de materias primas en base al consumo esperado de bienes intermedios necesarios para producir ciertos bienes finales, consumo que a su vez se determinaba en función de tendencias relacionadas con hábitos, ligados a su vez con el nivel de ingreso de los distintos estratos sociales dentro de una ciudad, región o país.

Inclusive, en un ejercicio similar, hasta hace poco, las  encuestadoras serias podían proyectar el comportamiento más probable de los votantes en en elecciones locales, provinciales o nacionales. Con márgenes de error muy estrechos. Últimamente las cosas han cambiado.

Por ejemplo, hasta hace unas horas no se sabía qué salida loca podía tener el presidente de una de las naciones más poderosas de la tierra. Mucho menos cuál podía ser la reacción de un dictador del que ni siquiera se sabe a ciencia  cierta su edad, un individuo que hace preceder su llegada por la de su inodoro especial.

Esto viene a cuento porque hoy los gobernantes, directivos, asesores, tienen que tomar o recomendar decisiones ante escenarios que anteayer eran diferentes.

¿Podemos predecir qué consecuencias puede tener esta cumbre, por ejemplo, para el futuro de las relaciones entre China y Estados Unidos, entre China y su díscolo aliado Corea del Norte, entre las dos Coreas, tan diferentes como pueden serlo dos naciones de un mismo origen?

Estas reflexiones, de alguien que -es mi caso- ha dedicado muchos años a imaginar estrategias en función de escenarios posibles, nos llevan por lo menos a concluir que podemos hoy proyectar con un elevado grado de certeza los avances de ciertas ramas de la ciencia, como la tecnología de punta y la inteligencia artificial. Pero proyectar los comportamientos de líderes y de votantes cada vez menos predecibles, significa que ser CEO o CFO de una empresa, dirigente de un partido, miembro de una ONG de esas que marcan rumbos, requiere un enorme cambio de mentalidad y de métodos de predicción (¿qué métodos?). 

Se ha producido un quiebre, y es ¿probable? que pasen unos cuantos años antes que el mundo encuentre un nuevo escalón de estabilidad.

Está claro, entre las pocas cosas que parecen estar claras, que es indispensable estar preparado para cambios importantes -en un sentido o en otro- que van a ocurrir con mucho mayor frecuencia. Algo muy parecido a lo que ocurre hoy con el Cambio Climático (tema que hoy no será parte de estas reflexiones).

Mauricio López Dardaine








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